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CARTA A LENIN Cuando Pedro Kropotkin regresó a Rusia después de la
revolución, Lenin concibió la esperanza de atraerlo a la causa
bolchevique, para lo cual le demostró amistad y respeto. En los
primeros momentos, como la mayoría de los anarquistas rusos,
Kropotkin abrigó algunas esperanzas sobre la decencia de los
bolcheviques, pero bien pronto, a la par que los demás compañeros,
pudo apercibirse de lo infundadas que fueron aquellas
esperanzas. Y así, alarmado por el giro dictatorial que tomaba “Viviendo en el centro de Moscú, no puede conocer usted
la situación verdadera del país. Tendría que encontrarse en
provincias, en estrecho contacto con las gentes, participando de
sus anhelos, sus trabajos y sus calamidades: con los hambrientos
-adultos y menores-, soportando los inconvenientes sin fin que
se presentan incluso para proveerse de una miserable lámpara de
petróleo... Y las conclusiones a que llegaría, podrían
resumirse en una sola: la necesidad de abrir el camino hacia
unas condiciones de vida más normales. Si no, esto no tardará
en conducirnos a una sangrienta catástrofe. Ni las locomotoras
de los aliados, ni la exportación de granos, de algodón, lino,
cobre u otras materias de las cuales tenemos gran necesidad,
podrán salvar a la población. “Hay, en cambio, una verdad: aunque la dictadura de un
partido constituyese un medio útil para combatir al régimen
capitalista -de lo que dudo bastante-, esa misma dictadura es
completamente nociva en la creación de un orden socialista.
Necesariamente, el trabajo tiene que hacerse a base de las
fuerzas locales, y eso, hasta ahora, ni ocurre ni se estimula
por ningún lado. En su lugar, se encuentran a cada paso
individualidades que no han conocido nunca la vida real, y
cometen los mayores errores, ocasionando la muerte de millares
de personas y arruinando regiones enteras. “Sin la participación de las fuerzas locales, sin la
labor constructiva de abajo a arriba, ejecutada por los obreros
y todos los ciudadanos, la edificación de una nueva vida es
imposible. “Una obra semejente podría ser acometida por los
soviets, por los consejos locales. Pero Rusia, hay que decirlo,
no es ya una república soviética sino de nombre. La influencia
y el poder de los hombres del partido, que son frecuentemente
advenedizos en el comunismo -los devotos de la idea están,
sobre todo, situados en el centro-, han aniquilado la influencia
verdadera y la fuerza de aquellas instituciones prometedoras:
los soviets. Ya no hay soviets, repito, sino comités del
partido que hacen y deshacen en Rusia. Y su organización
adolece de todos los males del funcionarismo. “Para salir del desorden actual, Rusia tiene que volver
al espíritu creador de las fuerzas locales, que, se lo aseguro,
son las únicas capaces de desarrollar los factores de una vida
nueva. Y cuanto antes se comprenda, mejor será. Las gentes se
dispondrán a aceptar más fácilmente las nuevas formas de
organización social. Pero si la situación actual se prolonga,
la misma palabra socialismo se convertiá en una maldición,
como ha ocurrido en Francia con la idea igualitaria durante los
cuarenta años que siguieron al gobierno de los jacobinos. Pedro Kropotkin Dimitrov, 4 de marzo de 1920. Tomado de Carta de Pedro Kropotkin a Vladimir Illich Lenin (21
de diciembre de 1920) Dmitrov 21 de diciembre de 1920 Respetable Vladimir Illich:*
Ha aparecido la noticia, en los diarios Izvestia y Pravda
que da a conocer la decisión del gobierno soviético de tomar
como rehenes a algunos miembros de los grupos de Savinkov y
Cherkov del partido socialdemócrata, del centro táctico
nacionalista de los guardias blancos, y a oficiales de Wrangel,
para que, en caso de que sea cometido un intento de asesinato
contra 108 líderes de los soviets, sean "exterminados sin
piedad" tales rehenes. ¿Es que realmente no hay nadie cerca de usted que recuerde
a sus camaradas y les persuada de que tales medidas representan
un retorno al peor perfodo de ¿Es posible que nadie le haya explicado lo que realmente
es un rehén? Un rehén es aprisionado no por castigo a algún
crimen. Es detenido para chantajear al enemigo con su muerte.
"Si ustedes matan a uno de los nuestros, nosotros mataremos
a uno de los suyos". Pero, ¿no es ésto la misma cosa que
conducir al prisionero cada mañana hasta el cadalso y
regresarlo a la celda, diciéndole: "Espera un poco más,
todavía no"? ¿Y no comprenden sus camaradas que ésto es equiva- lente
a una restauración de la tortura para los rehenes y sus
familias? Espero que nadie me diga que la gente en el poder se
interesa tan poco por las vidas. Hoy en cita aún entre los
reyes hay algunas personas que contemplan la posibilidad del
asesinato como una "ocupación azarosa". Y los
revolucionarios, por su lado, asumen la responsabilidad de
defenderse a sí mismos ante las Cortes que atentan contra su
vida. Luisa Michel eligió este camino. O rechazan el juicio y
son perseguídos, como Malatesta y Voltairine de Cleyre. Aún los reyes y los papas han rechazado tan bárbaro método
de autodefensa como lo es el de tomar rehe- nes. ¡Cómo pueden
los apóstoles de una nueva vida, y los arquitectos de un nuevo
orden social dotarse de tales medios de defensa contra sus
enemigos! ¿Tendrá que considerarse ésto como un signo de que
ustedes consideran su experimento comunista fallido y que no están
salvando tanto a ese sistema tan querido para ustedes, sino salvándose
ustedes mismos? ¿No se dan cuenta sus camaradas de que ustedes,
comunistas, a pesar de los errores que hayan cometido están
trabajando para el futuro, y que por lo mismo, no deblan
realizar su trabajo en forma tan cercana a lo que fue el terror
primitivo? Ustedes deberfan saber que precisamente estos actos,
realizados por revolucionarios en el pasado, han hecho de las
nuevas realizaciones comunistas algo tan difícil de lograr. Pienso que deben tomar en cuenta que el futuro del
comunismo es más precioso que sus propias vidas. Y me alegrarla
que con sus reflexiones renuncien a este tipo de medidas. Con todo y estas muy serias deficiencias, la revolución de
Octubre ha traldo un enorme progreso. Ha demostrado que la
revolución social no es imposible, cosa que la gente de Europa
Occidental ya habla empezado a pensar. y que, a pesar de sus
defectos está trayendo algún progreso en dirección a la
igualdad. Por qué entonces golpear a la revolución empujándola a
un camino que la lleva a su destrucción, sobre todo por
defectos que no son inherentes al socialismo o al comunismo,
sino que representa la sobrevivencia del viejo orden y de los
antIguos efectos destructivos de la omnívora autoridad
ilimitada? Con camaradería y afecto. Pedro Kropotkin * Esta correspondencia resultó de una entrevista realizada
en 1919 entre Kropotkin y Lenin en Moscú en el curso de la cual
este instó a Kroptkin an escribirle en cualquier momento. A
saber, esta carta no obtuvo respuesta.
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